Hasta el momento
por más magia negra con la que hemos tratado realmente no es como que ha
ayudado en algo, pero si no tienes una fe firme es a lo único a lo que
recurres. No importa que la recomiende toda Carcas no estoy de acuerdo con lo
que hizo Ester.
Con vestidos de
colores y collares a montón, en un triste rancho de la zona, con paredes de
laminas galvanizadas en mal estado, piso aun de tierra, velones y velas
encendidas por todas partes donde muchos altares con estatuillas se
desparramaban, y con un intenso olor a tabaco en el aire. Fue así como
recibieron a Ester.
—
El
carro de su esposo se lo robó el chofer que trabajaba para él
—
¿Pero…
usted.— La interrumpió la bocanada de humo que le soplo en la cara-
—
Aaaaah,
pero es que no vienes por eso.
—
No,
pero ¿cómo lo sabe?
—
Una
escucha cosas, pueblo pequeño infierno grande dicen por ahí. Pero, si no
quieres más sorpresas, dime qué te trae a mi casa.
—
Es…
es mi hija, según mi hermana esta como perdida, ella siempre ha sido un poco
lenta, creo que Gladis exagera, pero una nunca sabe, simplemente quisiera algo
que la ayude, no sé, tal vez algo de protección.
—
Dulzura,
dame algo más preciso, tienes 5 hijos, 4 de ellos hembras, y todos tenemos problemas.
—
Se
llama Tit…
—
No,
se llama Sale, pero le dices Tita.
—
Si
bueno, eso…— Fue interrumpida por el llanto de su compañera, que reprimía mientras
acariciaba el anillo de una de sus manos.
—
Debiste
venir mucho tiempo antes, ahora podría ser muy tarde. Ella ahora tiene 28 años,
pero esto comenzó hace mucho, un duende se unió a ella y no la ha dejado desde
entonces, ella creció, y el también, es un adulto, de seguro Gladis te dijo que
ella duerme mucho. Su pequeño amigo lo provoca, así es mas fácil para él
aprovecharse de el...
—
Escuchaste
cuando hablaba afuera con tu amigo acerca de mis hijas verdad, es solo una puta
estrategia para sacarnos dinero a todos.
—
Tienes
cáncer.
—
¿Qué?
—
Eso
no se lo dijiste a mi “amigo” allá afuera ¿verdad? Pero tu lo sabes, y yo también, fue una suerte que no
vinieras a una cura por eso, pues ni yo la tengo. ¿me dejarás hablar ahora?
—
No
se como lo haces per…
—
Eso
no fue a lo que viniste, en fin, si no me crees tócale la panocha a tu hija en
la mañana, estará mojadita, tu sabes como. Ella podría estar embarazada de eso,
esta en grave peligro, es cuestión de vida y muerte.
—
¿Qué
necesitas para ayudarla? ¿Cuanto quieres?
—
Después
hablamos del precio, es difícil trabajar a distancia, sobretodo porque no se la
gravedad del problema, lo que necesito es que cuánto antes ella se venga a
Caracas.
—
Está
bien, además de eso también venía por…
—
Un
problema a la vez Ester.
Decidió actuar lo antes posible, Tita
estaba en casa de Teresa por “vacaciones”, solo necesitaba una excusa para
hacerla ir hasta Caracas, bueno, tampoco es que ella sea muy terca para las
sugerencias, una llamada telefónica bastaría. Ester no tenía tiempo de
buscarla, no con un viaje tan largo, pero Tita tomaría un Bus, siempre y cuando
Ester le depositara el dinero del pasaje. Siendo el viernes, el día que por
sugerencia de su madre Tita viajaría.
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