—
¿Eso
es todo? ¿Ya está bien?— preguntó Gladis al pastor.
—
No
, aun no. Cuando estábamos tratando de ayudarla había algo que quería salir de
ella.
—
¿No
era esa la intención?
—
Me
refiero a que había algo mas queriendo salir de ella, desde su vientre, como si
hubiese allí un niño expulsado por la fuerza. Por eso me detuve cuando se
desmayo. No lo vieron porque tenían los ojos cerrados.
—
Yo
lo vi— Dijo Yulie que había estado escuchando la conversación desde una
distancia prudente.
—
No
debiste abrir los ojos hija.
—
¿Y
ahora que hacemos?— le preguntó Gladis.
—
Nosotros
seguiremos orando mientras ustedes descansan, para expulsar al demonio ella
debe vomitar, solo en ese momento se terminará todo.
—
¿Podemos
viajar con ella?
—
Por
hoy preferiríamos que se queden acá en la iglesia, mañana en la mañana podrán irse.
—
Muchas
gracias por todo.
—
Siempre
para servir.
Esa noche Gladis se quedó con Tita junto
con una de las tías de Daniel, mientras que Yulie volvió a casa. Al día
siguiente realizarían un viaje de un poco más de una hora hasta esta ciudad,
hasta casa de Yulie, mi casa, nuestra casa.
Esa noche Tita despertó muchas veces, un
poco ida, como perdida, con náuseas, se levantaba, iba al baño, pero no
vomitaba. Nunca lo hizo realmente. Esa noche yo hable con el Padre Alex, le
conté la situación, de principio a fin, pero se necesitan ciertos requisitos
para hacer un exorcismo. Me recomendó que hablara con Monseñor Jorge Bohorquez,
reconocido por haber realizado numerosos exorcismos en varias ciudades ya que
contaba con el permiso para hacerlo. Debía ir a la iglesia Santísimo
Sacramento, pero no sabia donde quedaba, así que me acompañaría tía Elena. Solo
quedaba esperar que amaneciera y fuera sábado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario