Mi nombre es irrelevante en esta
historia, solo me importa que sepan tres cosas: cómo y por qué me sentía así
aquel día y que paso ese día que lo cambio todo.
Mis estudios universitarios comenzaron
en otra ciudad, en una carrera que nunca me gusto, pero era mi única
oportunidad de ser profesional, solo debía buscar algo con lo que pudiera
entretenerme durante mis 5 años en un lugar tan miserable. Tenis, esa fue mi
respuesta, ya lo practicaba en mi ciudad natal, y siempre me ayudo a despejar
la mente, solo había un problema, mi ex también lo practicaba, así que
coincidía constantemente con el en los torneos estadales.
Nunca tuve intenciones de volver con el
pero él si que estaba pendiente de mi vida. Llegue a pertenecer a la selección
del estado y a participar en juegos nacionales, y aun mejor, no estaba sola, a
los 19 me enamore, el era el entrenador de los niños en el club, el único
problema, el tenia 25, por lo que mis padres nunca aprobaron la relación ¿Cómo
se enteraron? Mi ex se encargo de eso, incluso para hacerlo todo peor, le
aseguro a mi mama que yo saldría con una barriga. Lo odie por eso, pero ahora
no puedo culparlo, tenia razón.
20 años y embarazada, deje la selección,
decepcione a mis padres, me convertí en el tema de conversación de las
reuniones familiares, era la nueva puta de la familia, la letra escarlata me
quedaba pequeña, interrumpí mis estudios
y me fui a vivir con mi novio, mi miseria en esa estúpida ciudad se prolongaría
mas de lo que quería.
Sabia que había arruinado lo que tenia,
pero eso no me detendría, luego de un tiempo prudente después del parto, retome
los estudios, luche por recuperar la relación con mi padre, quien prácticamente
me había declarado su odio, y luego de varios años volví a mi hogar, puesto que
estaba en la etapa final de mi carrera, había mejor educación para mi hijo, y
posibilidades de trabajo para mi ahora, según el estado, mi esposo. Pero nada
marchaba bien, nuestra relación termino después de un largo tiempo, de
discusiones, celos, maltratos psicológicos y verbales, golpes y más.
Pase a formar parte de la población de
madres solteras, con un niño de 4 años, una carrera retrasada y un padre que
aun seguía con algo de rencor. Mas que a mi, quería demostrarle a él que
cumpliría mis metas. Por eso aquel día, cuando por fin había culminado mi carga
académica, tenia sentimientos encontrados, el orgullo y la felicidad de lo que
había hecho, y la tristeza y melancolía de lo que había vivido, además de que
estaba sola afrontando lo que había hecho.
Volvía de la
universidad, mama me había prestado su auto, decidí llamarla para decirle que
todo estaba bien.
–
¿Alo?
–
¿Si hija?
–
Mama, acabo de terminar mi carga
académica, pase el ultimo examen
–
¡Que bueno! ¡¡Felicitaciones!!, ya
falta poco, solo la tesis y listo.
–
Si, bueno, hablamos en casa, voy
saliendo para allá
–
¿Tomarás la autopista o la alterna?
–
La autopista, no hay tráfico hoy
–
Ok, pero ve con cuidado, acá esta
lloviendo
–
Si tranquila, chao
–
Chao, hablamos
Mientras iba por la
autopista solo recordaba cada vez que había pasado por ella, había memorizado
toda curva, todo hueco que se había formado en ella por los autos y la falta de
mantenimiento, cada poblado que había camino a casa, y la manera en la que los
arboles morían y reverdecían según la época, pero por fin había terminado.
Comenzó a llover, reduje la velocidad y continúe.
Charco
El auto derrapa
Pisa el fr… no el freno no, papá dice
que eso no se debe hacer.
Trato de recuperar el control.
Auto a la derecha, volante a la
izquierda, auto a la izquierda volante a la derecha, auto a la derecha, vola…
Auto a la derecha, a la derechaaaa.
La cuneta.
El auto da vueltas.
Decido invocar a una deidad en la que
realmente nunca he creído mucho, pero recito lo único que recuerdo de mi
formación religiosa. Padre nuestro que estás en el cielo…
(No solo recurro a en él en este
momento de crisis, lo reconozco como mi padre, que es reconocerlo como mi
creador)
Tenía el cinturón puesto, pero gracias
a el también quedo suspendida en el aire.
Presiono el botón y caigo de golpe.
…Santificado sea tu nombre (Y ahora
elevo una alabanza )…
Salen llamas del capo del auto.
Me levanto como puedo
El humo comienza a entrar por las
ventanillas del aire.
… venga a nosotros tu reino (le pido
que se haga presente en mi vida)...
Trato de abrir la puerta del lado del
conductor.
No veo la manilla, el humo no me deja.
La consigo.
No abre, no entiendo porque.
…hágase tu voluntad así en la tierra
como en el cielo (¿Qué sea lo que el quiera? Prácticamente le digo que si es su
voluntad que yo muera en este ataúd de fuego, pues que así sea)…
Me paso a la parte de atrás del auto.
…danos hoy nuestro pan de cada día (le
pido sustento, ahora lo que necesito es fuerza para abrir la puerta)...
El humo esta alcanzando esta parte del
auto.
Ya casi no puedo respirar.
… perdona nuestras ofensas, como
nosotros perdonamos a los que nos ofenden (¿a quien he perdonado yo? Si rencor
es mi segundo nombre, quizás sea momento de comenzar)…
Tomo la manilla.
La halo.
No abre.
Tiene el seguro, eso era lo que pasaba
con la de adelante.
… no nos dejes caer en la tentación
(alejarme del pecado, buena idea, si sobrevivo quiero decir)…
Quito el seguro.
Halo la manilla.
Empujo la puerta.
No Abre.
No tengo fuerzas.
…y líbranos del mal (aparentemente la
muerte no entra en esos termino de “el mal”)…
Listo, esa es su voluntad.
Es aquí donde moriré.
Quemada o asfixiada, esas son mis
opciones.
…Amén.
La puerta se abre, veo la luz del sol
y una sombra sobre el auto.
Me tienden una mano, no la veo bien
pero siento como me ayuda a salir.
De
pronto estoy fuera, tirada sobre la tierra, abrazando el mundo, la vida, y a el
señor que me ayudo a salir. Llore como nunca lo había hecho, le di las gracias
por salvarme, a él y a su esposa, quien lo convenció de detenerse a mitad del
camino a ayudar a una extraña. Mientras veía arder el auto que con tanto
esfuerzo mis padres habían comprado.
Debía
avisarles, ¿y mi teléfono? No lo consigo, creo que acaba de quemarse, esa
hermosa pareja, mis salvadores, me prestaron el suyo, solo tuvimos que buscar
recepción. ¿Como decirles que la decepción de papá y mamá acaba de quemar el
auto? Mamá es muy nerviosa, ella debe ser la ultima en saberlo, papá es el
indicado, COÑO no me se el número, ya se, José, mi hermano, creo que haciendo
un esfuerzo puedo recordar el de él.
Desisto
después de tres intentos fallidos, no lo recuero, mamá es la única opción.
–
¿Mamá?
–
¿hija? ¿de quién es este teléfono?
–
¿me puedes pasar a papá?
–
¿Qué paso? ¿Qué te paso?
–
No.. –comienzo inevitablemente a
llorar y a hablar entrecortada– por favor pásamelo
–
¿alo?
–
Pa…papá, tu..tuve un accidente
–
¿Qué paso?
–
El, el aut..
–
No me importa el auto ¿Qué te paso?–
Aún me ama.
–
Yo estoy bien, no me paso nada, una
pareja me ayudo a salir, estamos en la autopista.
–
Ya voy para allá.
Esa
pareja no solo me salvo, me ayudo a contactar a mis padres y espero a que ellos
llegaran por mi, cuando llegaron mis padres me despedí de ellos y les agradecí
por todo, incluyendo el acompañarme.
Me
contaron que eran cristianos, que eso era lo menos que podían hacer. Les
agradecí nuevamente por no dejarme sola y el respondió:
–Pequeña,
tu nunca estas sola– me abrazo, se quitó una pequeña cruz de madera que llevaba
al cuello y me la coloco.
Los vi alejarse en su pequeño auto con
un único mensaje en el vidrio trasero: DIOS ES AMOR.
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